martes, 16 de agosto de 2011

Yaxchilán




Una de las cosas que más me maravillaron de Chiapas fue la exuberancia de la naturaleza. Más aún en los sitios arqueológicos rodeados por la selva, porque en ellos apenas si se nota la mano del hombre... En Yaxchilán fue donde me codeé por primera vez esa naturaleza magnánima y esplendorosa, tanto en su extensión como en su diversidad. Sentía yo que los árboles, desde su inmensa altura, me gritaban con desdén: "¡Crecí acá porque se me dio la reverenda gana!".
  



Desde el principio del recorrido se oían unos gritos roncos de animales. Pronto descubrimos que eran los famosos monos aulladores, que sólo oímos, porque no se dejaron ver...



Acá empezó la aventura a lo Indiana Jones...

Araña comiéndose a otra araña

Murcielaguitos descansando


El Oráculo del Sur

¡Tan ta ta taaaan, tan ta taaan, tan ta ta taaaaan, tan ta ta tan taaan!


¡Busquen a Feli!

¡Ahí voy yo!



¡Sí: llegamos hasta arriba!







El juego de pelota (¿ven a Feli?)

 


El dintel



¡Hay que subir más todavía!

¿Falta mucho?

Fruta misteriosa: ¿es una granada, es un mamey, o qué es?

El monolito hecho de estalag- (añadan según convenga: -mitas o -titas, nunca sé)

Detalle del grabado

Edificio de la Gran Acrópolis


Iguanita curiosa


Este señor perdió la cabeza (literalmente)

¡Acá tá!

Cosa redonda que probablemente sirvió para quién sabe qué...




¡Busquen a Feli!


Otro dintel

¡Y ahora hay que bajar corriendo, porque nos deja la barca...!


Yaxchilán estuvo increíble, a pesar de que tuvimos que apurarnos la mitad del recorrido, porque sólo teníamos dos horas para ver todo... Ni modo: ¡habrá que volver!

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